jueves, 28 de abril de 2011

Un día sucede, que hacemos una pausa en el camino y dejamos de lado - aunque más no sea por el tiempo necesario para reflexionar - el modelo de vida impuesto y nos enfrentamos a una realidad que a simple vista no podemos ver.

Una realidad que está ahí, conviviendo con nosotros, en el mismo tiempo y en el mismo lugar donde ubicamos todo aquello que consideramos “nuestra realidad” pero oscilando en una frecuencia diferente, impidiéndonos tomar conciencia de su existencia.

Sin embargo, cuando nos permitimos atravesar esa barrera que separa lo que podemos ver de lo que realmente es, cuando renunciamos a nuestra lógica y razón, aflorara una creatividad interior que nos pone en marcha por senderos que conducen a un mundo: desconocido para nosotros, mágico para quienes se han atrevido a andar.

Es en ese momento cuando estamos en condiciones se descubrir cuanto poder hemos tenido siempre en nuestras manos, y es ahí cuando nos encontramos con estos fascinantes personajes, o tal vez cuando ellos nos encuentran a nosotros.


Los duendes, esos pequeños seres con aspecto de anciano, habitan nuestra realidad, pero dentro de ese mundo mágico que convive en fraternidad con el mundo lógico.

Ellos absorben, transforman y entregan energía de manera tan sutil que nos impide percibirlo en su totalidad, protegiendo así la incapacidad de comprensión de nuestra razón.

Además de muy sabios e inteligentes, los duendes son amantes de la naturaleza.

Les gusta vivir en nuestros hogares y rodeados de nuestra compañía, disfrutando de colaborar en las tareas de la casa si así lo deseamos, divirtiéndose y bailando con los niños.

Las joyas y en particular aquellas que tienen piedras, les atraen de sobremanera.

Su natural travesura los lleva a tomar objetos prestados para jugar y cuando lo hacen, estos vibran en una velocidad diferente a la humana, oscilando en una frecuencia que nuestro ojo no puede ver, haciéndonos creer que ese objeto ha desaparecido, pero está ahí.

Cuando eso sucede, cuando un duende toma un objeto y lo saca de nuestro mundo lógico, debemos ordenarles que nos devuelva con mucho amor y cariño, y él lo hará.

El total manejo de su capacidad vibratoria hace que un duende pueda hacerse visible a nuestra vista, prefiriendo para ello a personas con mucha sensibilidad

Los duendes se encargan de guiarnos en nuestro camino y si bien muchas veces sentiremos que nos hacen zancadillas, estas tienen siempre una razón y un por qué, debiendo nosotros preguntarnos precisamente cuales son y analizar estas circunstancias, prestando mucha atención a los hechos y acontecimientos.

Nosotras vivimos ese día donde la búsqueda de saber que hay más allá de las reglas, nos permitió tomar contacto con este mundo mágico y ahí supimos, comprendimos y sentimos, que los duendes son nuestros amigos.

AELFWINE significa “amigo de los duendes” y eso es lo que nos propusimos ser luego de habernos contactados con estos seres del mundo mágico, abocándonos a la conformación de una comunidad de amigos de los duendes, a través de la construcción de una Comunidad de Duendes que vibre en la frecuencia del mundo lógico.

La vista humana puede ver un AELFWINE, las manos humanas pueden tocarlos, la razón humana puede sentir su imagen y su textura, permitiendo que afloren en su totalidad las consecuencias de esa transformación energética que los duendes del mundo mágico realizan con sutileza.

Nuestra intensión es que cada día más personas aprendan el mensaje que nos transmiten los duendes, de dejar de lado todas esas cosas que no se atreven a renunciar, de animarse a ver lo que hay en sus manos, y de lograr hacerlas vibrar en una frecuencia que nos permita traerlas al mundo lógico, o tal vez aprender a vibrar al ritmo de los duendes e ir más seguido al mundo mágico.


Ale y Gisse